Aún siendo consciente de que el ruido distraía mi atención de lo esencial, he de reconocer que la mayoría de las veces lo provocaba yo por miedo a sentir demasiado.
Con temor pero una gran determinación decidí que el silencio comenzara a invadir mi mundo , un silencio sordo y ciego. En ese silencio comencé a oírlo todo, hasta el matiz más delicado y agradecí el silencio.
Todavía, en ocasiones contadas, temo lo que el silencio me provoca así que lo lleno de palabras , si no lo hiciera... me perdería, inevitablemente, en la verdad más absoluta.
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