Odiaba esos momentos de melancolía inevitable aparentemente innecesarios. Pero algo le decía que eran buenos para el corazón porque ayudaban a colocarlo todo en su sitio con la intención de una vez superada la agridulce sensación todo se viera con mayor claridad. Como cuando el cielo se cierra y rabioso golpea la tierra en forma de lluvia , creando una cortina que no deja pasar la luz, cuando la tormenta pasa todo está tan limpio que aprecias con detalle lo que antes no lograbas ver.
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