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imagen de Patricia del Río |
Aunque le costaba reconocerlo le atraía el número dos. El dos como complemento del uno ¿Dependía realmente del azar el que la vida de uno fuera de dos? Solo le quedaba lanzar el dado por última vez, pero esta vez lanzaría el dado y no iría a recogerlo , el uno que formara su dos debería venir a enseñarle los dos puntitos deseados en el dado lanzado.Ese uno debía ser el uno que desde siempre había sido su dos en el lado del dado que nunca debió abandonar.
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