miércoles, 29 de diciembre de 2010

caricia cálida


Le gustaba ese instante, después de disfrutar de una comida en buena compañía y de una sobremesa estimulante para la imaginación, en el que todos comenzaban a retirarse para descansar y la casa se quedaba  invadida por el silencio que reinaba fuera, solo roto por el sonido del río y la brisa suave que acariciaba los árboles  seguida por el sonido leve, como de arrullo, de las hojas de otoño al caer. En esos momentos se sentaba en el porche a dejarse invadir por la tranquilidad reinante, velando el descanso  de los suyos, se dejaba acariciar por la brisa fría de otoño.Miraba  hacia la puerta sabiendo que en cualquier momento él aparecería con una sonrisa a acompañarla en su silencio con una caricia cálida. 

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